Objeto sexual de los invertidos.- La teoría del hermafroditismo psíquico supone que el objeto sexual del invertido es el contrario al del normal. El hombre sucumbiría, como la mujer, al encanto emanado de las cualidades físicas y espirituales masculinas y, sintiéndose mujer, buscaría al hombre. Mas aun cuando esto sea exacto para toda una serie de invertidos, está, sin embargo, muy lejos de revelar un carácter general de la inversión. Es innegable que muchos invertidos masculinos conservan los caracteres psíquicos de su sexo; no poseen sino muy pocos caracteres secundarios del otro sexo y buscan, en su objeto sexual, rasgos psíquicos propiamente femeninos. Si esto no fuera así, no se explicaría por qué la prostitución masculina que se ofrece a los invertidos trata -hoy como en la antigüedad de copiar a las mujeres en los vestidos, aspecto exterior y modales, sin que esta imitación parezca ofender al ideal de los homosexuales masculinos. En la Grecia antigua, donde hombres de una máxima virilidad aparecen entre los invertidos, se ve claramente que no era el carácter masculino de los efebos, sino su proximidad física a la mujer, así como sus cualidades psíquicas femeninas -timidez, recato y necesidad de alguien que les sirva de maestro y apoyo-, lo que encendía el amor de los hombres. En cuanto el efebo se hacía hombre dejaba de ser objeto sexual para los individuos del mismo sexo y se convertía quizá, a su vez, en pederasta. El objeto sexual es, por tanto, en este caso, como en otros muchos, no el sexo igual, sino la reunión de los dos caracteres sexuales, la transacción entre dos deseos orientados hacia cada uno de los dos sexos, transacción en la que se conserva como condición la masculinidad del cuerpo (de los genitales) y que constituye, por decirlo así, el reflejo de la propia naturaleza bisexual.
Más inequívocas son las manifestaciones homosexuales en la mujer. Las invertidas activas presentan con gran frecuencia caracteres somáticos y psíquicos masculinos, y los exigen femeninos en su objeto sexual. De todos modos, también la homosexualidad femenina presenta formas muy diversas y múltiples variantes.
Fin sexual de los invertidos.- Hemos de retener como un hecho importante el de que el fin sexual de los invertidos no es, en modo alguno, unitario. Entre los hombres, la inversión no supone necesariamente el coito per anum. La masturbación aparece muchas veces como fin exclusivo, y las limitaciones del fin sexual -hasta la mera efusión sentimental- son aquí más frecuentes aún que en el amor heterosexual. En las mujeres son también muy diversos los fines sexuales de las invertidas, y entre ellos parece ser preferido el contacto con las mucosas bucales.
Conclusión.- No nos es posible deducir de lo hasta aquí expuesto una explicación satisfactoria de la génesis de la inversión, pero sí podemos observar que nuestras investigaciones nos han conducido a un resultado que puede ser de mayor importancia que la solución del problema en un principio planteado. Resulta que nos habíamos representado como excesivamente íntima la conexión del instinto sexual con el objeto sexual. La experiencia adquirida en la observación de aquellos casos que consideramos anormales nos enseña que entre el instinto sexual y el objeto sexual existe una soldadura cuya percepción puede escaparnos en la vida sexual normal, en la cual el instinto parece traer consigo su objeto. Se nos indica así la necesidad de disociar hasta cierto punto en nuestras reflexiones el instinto y el objeto. Probablemente, el instinto sexual es un principio independiente de su objeto, y no debe su origen a las excitaciones emanadas de los atractivos del mismo.
Nota: Termino la parte de la inversión, los próximos post van a ir variando de tema siendo menos extensos.
Más inequívocas son las manifestaciones homosexuales en la mujer. Las invertidas activas presentan con gran frecuencia caracteres somáticos y psíquicos masculinos, y los exigen femeninos en su objeto sexual. De todos modos, también la homosexualidad femenina presenta formas muy diversas y múltiples variantes.
Fin sexual de los invertidos.- Hemos de retener como un hecho importante el de que el fin sexual de los invertidos no es, en modo alguno, unitario. Entre los hombres, la inversión no supone necesariamente el coito per anum. La masturbación aparece muchas veces como fin exclusivo, y las limitaciones del fin sexual -hasta la mera efusión sentimental- son aquí más frecuentes aún que en el amor heterosexual. En las mujeres son también muy diversos los fines sexuales de las invertidas, y entre ellos parece ser preferido el contacto con las mucosas bucales.
Conclusión.- No nos es posible deducir de lo hasta aquí expuesto una explicación satisfactoria de la génesis de la inversión, pero sí podemos observar que nuestras investigaciones nos han conducido a un resultado que puede ser de mayor importancia que la solución del problema en un principio planteado. Resulta que nos habíamos representado como excesivamente íntima la conexión del instinto sexual con el objeto sexual. La experiencia adquirida en la observación de aquellos casos que consideramos anormales nos enseña que entre el instinto sexual y el objeto sexual existe una soldadura cuya percepción puede escaparnos en la vida sexual normal, en la cual el instinto parece traer consigo su objeto. Se nos indica así la necesidad de disociar hasta cierto punto en nuestras reflexiones el instinto y el objeto. Probablemente, el instinto sexual es un principio independiente de su objeto, y no debe su origen a las excitaciones emanadas de los atractivos del mismo.
Nota: Termino la parte de la inversión, los próximos post van a ir variando de tema siendo menos extensos.