domingo, 12 de agosto de 2007

Sexualidad, Psicología (Tres Ensayos Para Una Teoría Sexual)

Empleo sexual de las mucosas bucales y labiales.- El empleo de la boca como órgano sexual se considera una perversión cuando los labios o la lengua de una persona entran en contacto con los genitales de la otra, y no, en cambio, cuando ambas mucosas labiales tocan una con otra. En esta excepción yace la conexión con lo normal. El que abomina de las otras prácticas, usadas quizá desde los más primitivos tiempos de la Humanidad, considerándolas como perversiones, obedece a una bien definida sensación de repugnancia que le protege de la aceptación de tal fin sexual. Los límites de esta repugnancia son, sin embargo, puramente convencionales: individuos que besan con pasión los labios de una bella muchacha no podrán emplear sin repugnancia su cepillo de dientes, aun no teniendo razón ninguna para suponer que su propia cavidad bucal, que no les produce asco, está más limpia que la de la muchacha. La repugnancia se nos muestra aquí como un factor susceptible de cerrar el camino a la sobreestimación sexual, pero también de ser vencido por la libido. Habremos, pues, de considerarla como uno de los poderes que contribuyen a limitar el fin sexual. Estos poderes se detienen ante los genitales mismos; pero no cabe duda de que también los genitales del sexo contrario pueden ser por sí mismo objeto de repugnancia y que esta conducta corresponde a las características de todos los histéricos (especialmente de los del sexo femenino). La fuerza del instinto sexual se complace en dedicarse al vencimiento de esta repugnancia.

Empleo sexual del orificio anal.- En el empleo sexual del ano se ve más claramente que en el caso anterior el hecho de ser la repugnancia lo que imprima a este fin sexual el carácter de perversión. A mi sentir -y espero que no se vea en esta observación un decidido prejuicio teórico- la razón en que se funda esta repugnancia, o sea, la de que dicha parte del cuerpo sirve para la excreción y entra en contacto con lo repugnante en sí -los excrementos-, no es mucho más sólida que la que dan las muchachas histéricas para explicar su repugnancia ante los genitales masculinos; esto es, que sirven para la expulsión de la orina.

El papel sexual de la mucosa anal no se halla en ningún modo limitado al comercio sexual entre individuos masculinos. Su preferencia no constituye nada característico de la inversión. Parece, al contrario, que la poedicatio del hombre debe su papel a la analogía con el acto realizado con la mujer, al paso que la masturbación recíproca es el fin sexual más frecuente en los invertidos.

Importancia de otras partes del cuerpo.- La extensión sexual a otras partes del cuerpo no ofrece en ninguna de sus variantes nada esencialmente nuevo, ni añade nada para el conocimiento del instinto sexual, que sólo en esto exterioriza su intención de apoderarse del objeto sexual en su totalidad. Mas, al lado de la supervaloración sexual, aparece en las extralimitaciones anatómicas un segundo factor extraño al conocimiento vulgar de estas cuestiones. Determinadas partes del cuerpo, como las mucosas bucales y anales, que aparecen siempre en estas prácticas, reclaman un derecho a ser consideradas y tratadas como genitales. Ya veremos cómo esta pretensión queda justificada por el desarrollo del instinto sexual y satisfecha en la sintomatología de ciertos estados patológicos.

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