lunes, 15 de enero de 2018

Placer y felicidad

Mal asunto. "El placer está relacionado con las sensaciones crudas, puntuales, muy de piel y, por eso, tiene un recorrido muy corto", explica Rosana Pereira, psicóloga del gabinete Haztúa y experta en psicología positiva y gestión de los sentimientos, que completa: "Por el contrario, la felicidad es una forma de vida en el medio y largo plazo".

Y ambos estados están determinados por las hormonas; la dopamina, el neurotransmisor que desencadena en el cerebro las sensaciones de euforia y recompensa, es el motor del placer, mientras que la serotonina, relacionada con la calma y la satisfacción, es la responsable de la sensación de felicidad. Pero —y ahora viene el problema— la dopamina suprime a la serotonina o, dicho de otra forma, la búsqueda del placer por el placer nos aleja de la auténtica felicidad.

Entonces, tanta hora feliz en los bares y tanto emoticono sonriente se revelan como parches procuradores de bienestar momentáneo que malacostumbran al individuo y que salpican de fallas el camino a la felicidad real. "La sociedad actual está enfocada únicamente en el placer, en la satisfacción a corto plazo, en el no tener que hacer dar nada a cambio", afirma Pereira, que apunta así a la raíz del problema de muchas personas frustradas y deprimidas.

Pereira explica además el concepto de rueda hedónica, la capacidad del ser humano de adaptarse al placer por el placer: "Como si fuera una droga, cada vez necesitamos más para experimentar el mismo grado de bienestar", sostiene, y pone como ejemplo las primeras salidas con los amigos en la etapa adolescente. Por entonces, cualquier plan era una caravana de nuevas sensaciones placenteras; ir al cine, tomar un refresco… todo valía. Placer en estado puro. Pero conforme pasa el tiempo los planes deben volverse más elaborados para hacernos disfrutar.
 
Si no queremos terminar siendo profundamente desdichados. Como probablemente terminó muriendo Arístipo de Cirene, discípulo de Sócrates y fundador de la corriente filosófica del hedonismo. Sí, seguro que disfrutó de maravillosos banquetes, increíbles orgías y que consagró su vida a los más altos [o bajos] placeres terrenales. Pero quizá muriera, a la vista de la opinión de los expertos, sintiéndose un auténtico desgraciado.
 
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